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Perfiles

Javier Unsihuay Bello: Yo llevo la música en la sangre

Un testimonio en primera persona del creador de una de las orquestas típicas más emblemáticas del valle del Mantaro.

Javier Unsihuay. (Foto: Ángel Pasquel)

Tú vas a ser buen músico. Yo te voy a apoyar. Estudia, hijo. Esas palabras recuerdo mucho de mi tío Jacinto Unsihuay, quien me inculcó para encaminarme por la senda de la música. Yo nací un 18 de julio de 1949. La mayor parte de mi vida la he dedicado a mi orquesta típica Los Ases de Huayucachi.

Yo llevo la música en la sangre. Empecé a ejecutar mi primer instrumento a los 12 años, en el colegio Santa Isabel. Allí tuve un gran maestro: el cholo Hermoza. Terminé mis estudios en el colegio Warivilca de Huayucachi, donde tuve como maestro a Teófilo Oseda, un licenciado del cuartel.

He crecido rodeado de nuestras costumbres. Mi padre, Máximo Unsihuay Carhuallanqui,  fue uno de los fundadores de las instituciones San Cristóbal de Huayucachi y Atlético Libertad. Ahí cultivaba su huaylarsh. Huayucachi es capital del huaylarsh. Aquí nacen grandes instituciones. Y también nace la primera orquesta de mis tíos Jacinto y Teófilo Unsihuay: Juventud Huayucachina.

Yo salgo a la palestra el 63, con mi primera orquesta: Los Solteritos de Huayucachi. Recuerdo que en los clarinetes teníamos a Juan Vilca, a mi hermano Santos Unsihuay y a mi primo Jesús Sedano Bello. En el arpa, a Teodoro Chávez. En los saxos estábamos Armando Campos, mi primo Agustín Gaspar y yo. En los tenores, Víctor Remigio Poma, Raúl Morales y mi primo Mario Unsihuay. Esa era la orquesta.

Con ellos grabamos los huainos Un beso y una flor, el Amor de comadre, Esas tus pestañas. Fueron dos LP con el sello Virrey. Era muy emocionante grabar un disco de carbón. Era una ilusión muy grande. Sinceramente, era para llorar.

Pasaron los años y como los integrantes ya tenían familia, ya no podíamos llamarnos Los Solteritos. Entonces formamos Los Ases de Huayucachi. Fue en 1965. Durante más de 45 años hemos recorrido el país y varias ciudades del mundo. Llegamos a Estados Unidos  en 1995, gracias al Club Huancayo de Miami. Tocamos en la plaza Perú. La colonia peruana, cuando escuchaba a nuestra orquesta, lloraba.

Compañeros de música

En estos 45 años, han tocado conmigo grandes músicos como Panchito Leight Navarro y otros violinistas como Isaac Payano, Alejandro Orellana, Tiburcio Mallaupoma y Zenobio Dagha. Todos ellos son los que han dejado la introducción en violín que hasta hoy hacen las orquestas.

En arpa, he tocado con maestros como Esteban Yupanqui, Emilio Zúñiga, Juan Acuña, Alejandro Baldeón y Gurmencio Cerrón, quien tiene 67 años y sigue tocando con nosotros.

En saxos altos he tocado con mi tío don Jacinto Unsihuay, con Agustín Unsihuay Tovar, Andrés Córdova, Teodoro Blancas, Juan López, Felipe Anglas, Alfredo Blancas y Julio Rosales Huatuco, quien participó en mi orquesta 21 años. En tenores, trabajé con Mario Blancas, Alberto Torres, Teófilo Unsihuay, Felimón Gaspar, y Aurelio «el huaccha» Alanya que tocaba su tenor muy lindo. Grandes maestros todos.

La creación

Mi primera composición fue el Huaylarsh macho que lo grabamos con Los Solteritos y lo volvimos a grabar con Los Ases de Huayucachi. ¿Cómo es el proceso de creación de un huaylarsh? Bueno, es una inspiración que te sale del corazón. Cuando veo un paisaje, un animalito o cuando veo a la gente zapateando. En 45 años, he compuesto más de seiscientos temas. La creación también puede ser en forma colectiva: alguien trae una idea y todos aportamos.

Para mí, el huaylarsh es una danza agrícola y de jolgorio. Representa el cultivo, la cosecha. Antes se hacía el cultivo y recultivo de la papa con orquesta, calachaqui, con pantalón y camisa de bayeta. A eso se llamaba el acshu tatay. Y don Zenobio Dagha hacía el huaylarsh con takanakuy sangriento. Bonito era.

El huaylarsh debe ser declarado patrimonio cultural de la humanidad. Nosotros cuando viajamos a Francia, España, Italia, tocamos y la gente zapatea hasta mejor que nosotros. En el huaylarsh las nuevas generaciones deben cuidar la autenticidad, la cadencia, el ritmo. Yo cuido mucho eso, siguiendo siempre el legado de mi tío Jacinto Unsihuay.

(Texto original publicado en la edición número 3 de la revista impresa Crónika de Huancayo – Perú).

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