Sigi Velásquez se preparaba para ingresar al Conservatorio Nacional de Música (hoy universidad). Quería especializarse en la ejecución de la quena. “No hay quena”, le dijeron. La escuela de formación le ofreció como alternativa la flauta traversa.
Un día, en plena clase de preparación, su maestra le dijo que tocaba bien la flauta traversa, pero el sonido le salía aquenado. Entonces le pidió que deje por un tiempo la quena. Sigi Velásquez tomó una decisión que le marcó la vida.
Sobre este pasaje de su vida y más sobre su formación y depuración de su técnica hablamos en la siguiente entrevista, a propósito del IV Encuentro Internacional Quena Raymi, que promueve y que culmina hoy en el Centro Cultural Ccori Wasi, de la Universidad Ricardo Palma.
La quena es un instrumento más asociado a las regiones andinas. Siendo tú natural de Chimbote, ¿cómo entras en contacto con este sonido?
Yo aprendí a tocar la quena en el colegio, en Chimbote. Hubo un profesor de educación artística que nos enseñó a tocar la quena. Yo estaba en ese grupo. Mi destino ya estaba marcado. Fue a inicios de los años ochenta. Ahora bien, no es raro la quena en Chimbote. Allá, con el boom de la pesca y la presencia de SIDERPERÚ, vinieron a vivir personas de todo el Perú. Ahí Arguedas escribió El zorro de arriba y el zorro de abajo. Entonces, yo escuchaba música de todo el Perú y música internacional. En esa época empecé a sacar la música al oído.
¿La enseñanza temprana no incluía lectura musical?
–Hubo un poco de partitura, pero, en realidad, yo aprendo a leer más cuando ingreso a la banda del colegio. Ahí me enseñaron a tocar el clarinete. ¿Y qué hacía yo? Llegaba a mi casa y todo lo que me enseñaban para clarinete lo aplicaba a la quena. Ahí empiezo a descubrir otros mundos.
Al culminar el colegio tú ya tenías decidido formarte profesionalmente en la música…
Dejo Chimbote y vengo a Lima. En el conservatorio me dicen acá no hay quena, puedes estudiar flauta traversa. Empecé a prepararme con flauta traversa para postular y mi maestra me decía: Sigiberto, tú tocas muy bien, pero tu flauta tiene un sonido medio aquenado. Entonces, me dijo, yo te recomiendo que por un tiempo dejes de tocar la quena, hasta que logres el sonido de la flauta. Tuve un fin de semana reflexivo y decidí dejar la flauta. Fue una de las decisiones más importantes en mi vida.
«Llegaba a mi casa y todo lo que me enseñaban para clarinete lo aplicaba a la quena».
Sigi Velásquez optó por el camino de la formación autodidacta, sin renunciar a los conocimientos teóricos que había tenido. Así depuró su técnica. Hoy el sonido de su quena viaja por el huaino, el vals y la marinera, el jazz y los chorinhos de Brasil, los arreglos de Piazzolla y exigentes obras clásicas. Cuatro producciones discográficas dan fe del variado repertorio popular y académico que se desprende desde el sonido de su quena.
¿Cómo desarrollas tu técnica?, ¿cómo fue el proceso?
Confluyen varios aspectos. Como yo no he tenido profesor de quena, he aplicado la técnica del canto; he aplicado la técnica de la flauta; pero sobre todo, de forma intuitiva, he estado atento a mi propia interpretación. Todo empezó con melodías que me gustaban. Entonces las estudiaba y tocaba. Nunca me propuse tocar cosas difíciles o más elaboradas, sino simplemente me llamaba la melodía.
¿Cómo es aplicar la técnica del canto a la quena?
A mis alumnos yo no les digo que toquen la quena, les digo que canten la quena. Ese es otro concepto. La quena tiene que convertirse en una prolongación del intérprete y es un camino que empieza en ti y no en la quena. Eso implica tomar conciencia de la respiración, de lo que quieres trasmitir y luego desarrollas la digitación. Cada vez que abordas una obra, tu técnica crece. En este festival voy a estrenar una sonata de Mozart. Después de tocar esa obra ya he avanzado en mi técnica.
¿Quiénes son tus referentes entre los quenistas de Perú?
De los peruanos, en primer lugar (Raymond) Thevenot, que si bien no es peruano, aportó muchísimo. Después, por su labor, el maestro Alejandro Vivanco. Después, en lo tradicional tenemos al maestro (Luis) Durand, también a Fredy Flores y colegas como Edgar Espinoza, Rubén Concha. Y a nivel de Latinoamérica, el maestro Uña Ramos.
«Tuve un fin de semana reflexivo y decidí dejar la flauta. Fue una de las decisiones más importantes en mi vida».
Ahora, tú promueves el formato del coro de quenas, como el Orfeón que tuvo el maestro Alejandro Vivanco. ¿Cómo surge este proyecto?
Alejandro Vivanco fue el primero que hizo un orfeón. Ese formato ya no existe. Lo propuse a la Universidad Ricardo Palma y he tenido todo el apoyo. Es todo un trabajo de enseñanza, ensamble y trabajar los arreglos.
¿Y cómo es el proceso para el desarrollo de tus arreglos para este formato?
En primer lugar, estar enamorado de la melodía. Yo escucho melodías y estudio su procedencia, su cultura y busco todas las versiones. Sobre esa base empiezo a pensar en mi expresión. Primero escribo la melodía y a veces le pongo la voz más grave, que es el quenacho; de ahí trabajo los contrapuntos, con la segunda, con la tercera, con la cuarta. Hay un respeto a la procedencia de la canción y también procuro darle un arreglo moderno.
Tienes un arreglo de la música de la selva, donde además de la melodía hay representaciones de los sonidos de la naturaleza…
Claro, porque la quena amazónica es solo quena y percusión, no hay armonía. Entonces, trabajo la armonía, a voces, pero también se respeta la estructura de la melodía y se pone contrapuntos. (Para el IV Encuentro Internacional de Quenistas, Sigi Velásquez incorporó al arreglo un trombón, un eufonio, un clarinete, una trompeta y un saxo alto, además del percusionista del Conjunto Nacional del Folclor, Luis Torres).
¿En qué momento nos encontramos, en el desarrollo de la quena, en América Latina?
Un buen momento, porque se han roto esos tabúes de que la quena es solo un instrumento de sonido exótico. La quena viene del mundo andino y debemos rescatar y eso se seguirá haciendo. Pero también estamos en la ciudad. Por otro lado, tendemos a centrar nuestra atención en el objeto; la quena es un instrumento valioso, declarado patrimonio cultural; pero si una persona no toca ese instrumento no tiene ningún sentido; puede ser un objeto de museo. El que interpreta, recrea su mundo.
AGENDA:
El IV Encuentro Internacional Quena Raymi contempla para este viernes una presentación estelar con Sigi Velásquez, el argentino Fernando Formigo, quien ejecutará obras de Astor Piazzolla, y el colombiano Willy Silva.
La cita es a las 7 p.m. (Av. Arequipa 5198, Miralfores, a una cuadra del Parque Kennedy). El ingreso es libre.
* Versión ampliada de entrevista publicada el miércoles 21 de junio de 2023, en La República.