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Discos

Su majestad, el charango

El conjunto peruano Los Cholos estrenó en el 2018 su quinta producción con un nutrido repertorio de veinte cantos en solo de charango.

Primera advertencia: el quinto disco de Los Cholos no es un disco. Podría ser una guía o manual para el aprendizaje de la técnica del charango. Tiene también mucho de un libro o ensayo sobre el canto indígena y mestizo.

Quién sabe si es algo más abstracto: un puente generacional entre Jaime Guardia y los nuevos ejecutores de este instrumento cordófono de sonido agudo o podría ser la prolongación de la existencia del maestro Raúl García Zárate o la entrañable Chalena Vásquez.

Cuenta Ricardo García que ocurrió un segundo domingo de mayo del 2002. El conjunto Los Cholos tenía una presentación en el penal de máxima seguridad de Chorrillos. Era el Día de la Madre. Charango en mano, ellos cantaban Cerquita del corazón y fue entonces que la autora de este huaino, a quien no conocían, se abrió paso entre las internas. Chalena Vásquez, pensaron, mientras seguían cantando y ella se alejaba sin despedirse.

Integrantes del conjunto Los Cholos. (Foto: Karla Páez)

Al atardecer, al salir del penal, una voz les dio el alcance: “¡Hey, compañeros!” Chalena los aguardaba entusiasmada y los invitó a su casa en Jesús María. Aquel encuentro selló una amistad que no pudo ser quebrantada ni con la muerte.

Chalena los llevó a cantar a su programa en Radio Nacional. Los invitó al año siguiente a un festival en el Museo de la Nación. Los obligó a grabar su primer disco. Ella misma estuvo en la sala: “Si se puede zapatear, está bien”, decía, en señal de aprobación.

De aquel disco grabado en el 2004 quedan temas íconos como Cerquita del corazón y la marinera Arriba los pañuelos.

La producción fue presentada primero en Chile. Chalena los llevó aquel año para una serie de conciertos en recintos académicos y en un conservatorio de música.

«Por primera vez un panalivio y un festejo se dejan escuchar en las cuerdas de un charango»

Por razones económicas, el segundo disco llegó recién el 2008. La primera canción es una danza de tijeras que se trenza con la voz de Arguedas. “Kachkaniraqmi”, proclama el Amauta. Sigo siendo. “Esa voz es un mensaje de continuación del trabajo que proponemos Los Cholos”, explica el vocalista Jinre Guevara.

Hay algo adicional en este disco: la exploración. Por primera vez un panalivio y un festejo, géneros de la música costeña, se dejan escuchar en las cuerdas de un charango. Valioso aporte. Testigo es Carlos Hayre, quien, según recuerdan, solía sentarse en primera fila en sus recitales.

Portada del quinto disco.

 

Charango cholo

Segunda advertencia: la música de Los Cholos tiene mucho de Ayacucho, pero ninguno de los integrantes es ayacuchano de nacimiento. Aunque de alma todos son más ayacuchanos y más peruanos que muchos de quienes leen estas líneas.

Alguna vez alguien les dijo en Francia: “Ustedes hacen mucho más que el Ministerio de Cultura y Promperú”. En el 2010, Los Cholos grabaron su tercer disco en participación binacional con músicos de Ecuador. A diez años de la culminación del último conflicto limítrofe, la diplomacia decidió borrar las cicatrices con el susurro de la música tradicional de ambos países.

En el 2015 llegó el cuarto disco titulado “Canciones de cal y canto”, con valses, danzas del sur y una cofradía de los negritos de Huánuco.

Ricardo García en la presentación del disco en Lima. (Foto: Wilber Huacasi)

Era necesario reseñar este largo camino, porque la quinta producción, “Charango cholo”, es un soberbio compendio de esos 19 años de carrera. Veinte canciones en solo de charango y una técnica impecable. El producto incluye partituras, lo cual universaliza nuestro repertorio andino y mestizo. En la presentación realizada el viernes, el historiador Roberto Wangeman vaticinó que en poco tiempo algún chino aparecerá en YouTube ejecutando un Atipanakuy.

La quinta producción de Los Cholos trasciende a un disco. Es una pieza de oro de nuestro patrimonio musical.

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