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Relatos

Las Ch’ayñas del Taytacha de los Temblores

Un grupo de cantoras y músicos varones interpretan himnos quechuas en Lunes Santo, día de la imagen católica más venerada de la Ciudad Imperial del Cusco.

Foto: Melissa Valdivia Romero

Ch’ayñamusun. Vamos a cantar.

Las Ch’ayñas son jilgueros, aves pequeñas de timbre agudo, que alegran la vida bucólica del campo. Las Ch’ayñas son también mujeres de melodiosas y finas voces que cantan alabanzas al Taytacha de los Temblores en la Basílica Catedral del Cusco.

Los jilgueros son famosos por su canto alegre. Las Ch’ayñas, en contraste, entonan cantos en timbre de lamento.

Las Ch’ayñas solo aparecen el Lunes Santo y en octubre para cantar himnos al patrón jurado de los cusqueños. Sentados en ambos flancos del altar principal de la Catedral, que está bañado en pan de oro, dos grupos de cantoras y sus músicos acompañan con sus aleluyas la misa central en el inicio de la Semana Santa.

Unos minutos trinan las Ch’ayñas apostadas a la derecha (paña) del Taytacha, después lo hacen las del flanco izquierdo (lloq’e). El repertorio está constituido por los himnos católicos en quechua. El contexto más frecuente es la misa.

Toda son voces agudas que entonan los himnos en la línea melódica de la primera voz. Los músicos varones acompañan con instrumentos aerófonos como el pampapiano (piano de suelo), quenas fabricadas en tubo, a diferencia de las cañas de Bambú, y el acordeón. Los graves tañidos del arpa indígena y las voces agudas del violín y la mandolina también se trenzan con las voces de las cantoras.

La intensidad del sonido abarca la inmensidad de la Catedral. Todo ocurre dentro del recinto religioso mientras más de doscientos mil católicos acompañan la procesión del Taytacha de los Temblores por las calles de la capital del Tahuantinsuyo.

El intercambio ocurre entre el mediodía y las dos de la tarde, aproximadamente. Este periodo de tiempo es conocido como la velada. Una velada es la reunión de los devotos. Destacan en este encuentro los músicos y las cantoras, que interpretan cantos en homenaje a una imagen religiosa.

“La velada consiste en la realización de un conjunto de comportamiento orientados al logro de una satisfacción mística; para las participantes”, escribió Enrique Pillco Paz en su tesis de licenciatura referido a este tema, en 2000.

HIMNO DE HIMNOS

Las voces de las Ch’ayñas son como llaves capaces de abrir los corazones más duros. Un cineasta confiesa que prefiere estar alejado de actividades religiosas católicas. No obstante, reconoce que cuando escucha a las Ch’ayñas cae rendido. “Cura el alma”, dice a manera de confesión.

No miente. Cuando uno escucha, por ejemplo, el Apu yaya Jesucristo siente de inmediato que se le estruja el corazón.

Ch’ayñamusun. Vamos a cantar:

Apu yaya Jesucristo /Señor mío Jesucristo

jespichijniy Diosnillay / mi Dios Redentor.

Rikraykita mastarispa/ Con tus brazos abiertos

jampuy churiy nihuachcanqui/ me dices: ven, hijo mío.

Es imposible no rendirse a los cantos de las Ch’ayñas. El Apu yaya Jesucristo ha sido considerado como una de las más hermosas piezas sacras en el idioma quechua. La oda dedicada a Jesucristo fue escrita por el ayacuchano fray Luis Jerónimo de Oré (1554-1630), un notable miembro de la primera generación de intelectuales hispano-criollos, hijo de uno de los hombres más ricos de Huamanga del siglo XVI.

El contenido de este himno es la súplica al mismo corazón de Jesucristo

El músico, actor y bailarín popular cusqueño Ricardo Castro Pinto se encargó de escribir las partituras.

“El contenido de este himno es la súplica al mismo corazón de Jesucristo, a la ternura que emana de la cruz y la confianza en el Señor de los pobres”, conceptuó Castro Pinto.

Ricardo Castro nació en el barrio de Toqocachi (San Blas), el 7 de febrero de 1916 y murió el 1 de setiembre del 2011. En 1950, después de atestiguar el terremoto, empezó a rescatar antiguos cantos y rezos en quechua. En aquella década además compuso y ejecutó la música típica incidental para la primera película grabada enteramente en quechua: Kukuli, de Luis Figueroa y Eulogio Nishiyama.

La música sacra andina, según varios estudios, tuvo dos momentos. La primera corresponde a la época en que los españoles la usaron con fines de catequización y la segunda durante la evangelización. Dicen también que la música religiosa en quechua nace de una combinación musical de estilos gregorianos (canto llano, simple) con fuerte influencia andina como el yaraví, el huayno y el kashua.

Dicen que el que canta ora dos veces. Los Ch’aynas lo saben.  Entonces, Ch’ayñamusun

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